Si ya para cualquier mujer, el saber que se tiene cáncer de mama en un
shock, para una adolescente de 15 años es un trauma difícil de superar.
Morgan Watson tenía esa edad cuando, mientras se duchaba, se encontró un
bulto en uno de sus pechos. Tras realizarse los exámenes
correspondientes, su vida dio un giro cuando le diagnosticaron carcinoma
medular, en agosto de 2010. Dos días antes de su cumpleaños número 16,
en vez de preocuparse de cómo lo celebraría junto a sus amigos y cómo se
vestiría para la ocasión, comenzó una agresiva quimio y radioterapia.
“Mi
vida entera cambió. No fui más a clases. La mayor parte del tiempo
estaba en hospitales y los doctores se convirtieron en mis nuevos
amigos. Así es, más o menos, como me vi obligada a crecer”, dijo a los
medios estadounidenses la joven de Utah, hoy de 17 años.
Su caso
era muy particular. Las cifras hablan de una adolescente entre 20 mil
que pueden ser afectadas con cáncer de mama y, además, su problema en
específico (el carcinoma medular) representa hasta el 5% de los casos en
total.
No pasó mucho tiempo para que su tratamiento comenzara a
manifestarse, y la caída del cabello se hizo evidente. Pero lejos de
probar con pelucas o gorros que ocultaran el duro proceso por el que
estaba pasando, Morgan decidió ir a clases mostrando su realidad.
“Cuando
empezó a caerse (el pelo), supe que me iban a ver como ‘la niña con
cáncer’”, dijo. “(Pero) quería aceptarlo y no dejar que arruinara lo que
yo soy como persona”.
Hoy, tras pasar más de un año libre de la
enfermedad, quiso seguir haciéndole frente al cáncer y decidió el 31 de
octubre pasado, participar de una campaña organizada en un colegio de su
ciudad, para alertar a las jóvenes sobre la importancia de estar
alerta, investigar los antecedentes familiares de la enfermedad y
revisar si tienen alguna anomalía en sus pechos.
Fueron varios
medios, escritos y de televisión, que quisieron difundir el mensaje de
Morgan, quien no tuvo pudor en relatar su experiencia, con toda la
crudeza que significó para ella.
“Estaba aterrada por mi vida (…)
No sabía si iba a estar viva para mi siguiente cumpleaños. Cada día lo
atesoraba como si fuera el último”, le dijo a varias alumnas presentes,
que fueron a clases, vestidas de rosado, el color que representa
internacionalmente la lucha contra el cáncer de mama.
No solo
eso. También señaló que tras pasar por esta dura prueba, tuvo que
decidir si, para evitar nuevos riesgos, se sometería a una lumpectomía
-que extirpa el tumor y parte del tejido que lo rodea- una mastectomía
simple o doble. Eligió la última opción, perdiendo así sus dos pechos, y
hoy asegura que no se arrepiente de su decisión. “En mi interior sabía
que quería que se fuera, no quería más (cáncer). Así que supe que era la
mejor opción. No quiero pasar por esto nunca más”.
Hoy, cuenta
con expansores tisulares, que se van rellenando con suero fisiológico
estéril, a medida de que ella sigue creciendo, para darle una apariencia
más natural a su cuerpo, y que a futuro serán reemplazados con
implantes mamarios.
“Los estudiantes de secundaria tienden a
pensar más en su vida social como lo más importante, pero no se
involucran realmente en causas o cosas como ésta (…) Lo mío era un caso
excepcionalmente raro, pero mientras más conocimientos del tema tienes,
más preparada puedes estar para las cosas que pueden pasar en el
futuro”, señaló.
Fuente:
http://www.emol.com/tendenciasymujer/Noticias/2012/11/11/23450/Adolescen...